El transporte moderno de pasajeros y mercancías no podría imaginarse sin los trenes, los dispositivos de transporte que han revolucionado nuestra industria, la expansión humana y la forma en que nos movemos de un lugar a otro.
Esta importante presencia en nuestra historia apareció hace poco más de 200 años, pero estaba claro que este nuevo paradigma del transporte podría convertirse en una de las mayores luchas de la humanidad si se superaban los obstáculos técnicos de la primera revolución industrial.
Origen del ferrocarril
Todo comenzó hace más de 2000 años en las antiguas civilizaciones de Egipto, Babilonia y Grecia. Las personas y las mercancías se transportaban con carros tirados por animales (caballos o toros), y sus ingenieros rápidamente se dieron cuenta de que los animales usarían mucha menos energía si el coche viajaba por carreteras predeterminadas, sin poder conducir o viajar por terrenos irregulares. Para hacer posible esta nueva forma de transporte, construyen carreteras con restricciones de ruedas preconstruidas. Estos fueron los primeros ferrocarriles del mundo, y todavía se pueden encontrar restos arqueológicos en Italia y Grecia.
El ejemplo más famoso de estos antiguos “carruajes” de piedra se encuentra en el istmo de Corinto en Grecia.
Estos vagones quedaron inutilizables tras la caída del Imperio Romano, y sólo pudieron volver después del aumento del comercio y de los primeros esfuerzos industriales del Renacimiento europeo.
Desarrollo de la red ferroviaria
En el siglo XVIII, cada mina en Gran Bretaña tenía su propia red ferroviaria sencilla, con caballos que llevaban carros desde las minas hasta las fábricas. Los cambios en este tipo de transporte ocurrieron en 1774, después de que el mundo descubriera el increíble descubrimiento de James Watt: la locomotora de vapor estacionaria. Debido a que protegió sus patentes con tanta fuerza, el verdadero trabajo generalizado sobre las locomotoras de vapor comenzó sólo después de que su patente expiró en 1800. Varios inventores comenzaron a trabajar para mejorar el diseño de Watt, especialmente diseñando cámaras de alta presión sin condensación que permitieron al motor convertir más potencia de vapor en energía mecánica.
Avances significativos en las locomotoras
Las primeras máquinas de vapor comenzaron a funcionar en 1804 a lo largo de caminos primitivos. Matthew Murray logró mostrar primero su simple locomotora, pero Richard Trevithick recibió más atención con su locomotora “Penydarren” que pesaba 25 toneladas y 70 personas durante su primer viaje. Este evento demostró a la comunidad de ingenieros que las máquinas de vapor a presión ciertamente tienen suficiente potencia para ser útiles para el transporte de bienes y personas.
La aparición comercial de las redes de trenes se produjo a finales de la década de 1820, y el pionero en este campo fue el inventor inglés George Stephenson, que participó en el concurso y quiso descubrir qué proyecto de locomotora a vapor era el más fácil de usar, el más fiable y potente. Su “Cohete” lo derrotó en esta competición, demostrando al mundo que los trenes de vapor están realmente destinados a un futuro brillante. Los diseños de estas locomotoras pronto viajaron a los Estados Unidos, donde comenzaron su rápida expansión en tierras recién adquiridas y el largo impulso estadounidense de “civilizar” las fronteras occidentales.
Desarrollo de los ferrocarriles
A medida que la tecnología de los trenes recibía importantes mejoras durante las primeras décadas de obras públicas, los ingenieros urbanos de Londres comenzaron a formular los primeros planes para los túneles ferroviarios y subterráneos de larga distancia. L
a primera sección del ahora famoso “London Underground” comenzó a funcionar en 1863 y, a pesar de recibir muchas quejas sobre el humo en los túneles, continuó creciendo hasta 1890, cuando toda la flota de trenes de Londres comenzó a utilizar motores eléctricos. Esto marcó el comienzo de la nueva era de los sistemas de transporte urbano rápido, y empezaron a aparecer contadores subterráneos en todo el mundo (la palabra “metro” viene del nombre del sistema de metro de París “Chemin de Fer Métropolitain”, que significa “Ferrocarril Metropolitano”).
Otro momento muy importante en la historia de los trenes fue la introducción de las locomotoras diesel, que pusieron fin a la era de las locomotoras de vapor. Después de la Segunda Guerra Mundial, casi la mayoría absoluta del mundo dejó atrás el vapor y adoptó motores diésel mucho más rápidos, fáciles de mantener y confiables. Con el tiempo, los motores diésel se combinaron con los motores eléctricos, lo que permitió a los trenes utilizar lo mejor de ambos mundos.
Hoy en día, los trenes representan una de las formas más importantes de transporte de personas y mercancías. Las grandes ciudades no pueden vivir sin sistemas de metro totalmente funcionales que transportan a millones de personas cada día, y los trenes industriales más pesados y duraderos transportan más del 40 por ciento de los bienes del mundo entre ciudades, países y continentes.